Déjate seducir por el olor a Monoï de Tahití

El olor Monoï de Tahití, huele como la caricia de una exótica y paradisíaca playa, tan dulce como el sol empapado en arena fina, transportando relajación, como el oír de las olas suaves del mar, esa sensación de seducción a puro verano.

Efectivamente, el verano ha llegado ¡por fin! Hay ganas de intensos baños en el mar, prolongados momentos tomando el sol, mientras nuestra piel se broncea, así como nos relajamos al andar mientras solo hay un único sonido en nuestra cabeza y son esas olitas llegando a la orilla, para poder romperse y salpicar nuestros pies, a la vez que vamos dejando huellas que ellas van borrando...

Para mí, no existe un verano sin este olor tan agradable. Por ello, no he tardado en hacerme con la colección entera de la gama Monoï de Tahití de Yves Rocher.

Este olor en productos, se puede encontrar en otras tiendas, pero por experiencia donde está más completa la gama, la duración de la fragancia es más amplia y tiene el logo verificado de la denominación de origen "restringido a los productos fabricados en la Polinesia francesa" es en Yves Rocher.

Perfume Eau des Lagons Monoï de Tahití.

Esta fragancia, es de la familia oriental vainilla. Contiene Ylang-ylang, vainilla, coco y flor de Tiaré.

Es  dulzona, por su toque de fondo a vainilla mezclado con ese toque afrutado de coco. Puede resultar un pelín empalagoso, porque es demasiado atrapante, aunque soportable y nada pesado para quienes nos gustan este tipo de olores.

Es ideal para el verano, quizá más tirando a esas noches de paseo marítimo, tapas, cócteles, y besos a la luz de la luna... Donde vas dejando el olor allí por donde pasas, gracias a su alta duración aún quitándote la ropa luego.

Su precio es de 14,50 €. Aunque a veces lo han llegado a subir a 16,50 €.

Gel de cuerpo y cabellos Monoï de Tahití.

Fue el primer producto que probé de la línea y el olor me enamoró. De ahí que después, buscara si había perfume y más productos.

Como gel me gusta, hace bastante espuma y deja la esponja oliendo a su aroma en los días restantes, comiéndose otros olores de geles.

Lo curioso, es que en la piel deja un olorcillo más ligero y suave, no tan duradero una vez que sales del baño. Eso no quiere decir, que salgas y ya no huelas a nada. Solo que no es tan intenso y abrumador como puede ser el perfume.

En cuanto a que también se puede usar como champú, reconozco que me encanta más que como gel.
Deja el pelo limpísimo, con muy buen aspecto si tienes melena, brillante, suave y mega sedoso. No exagero, pero tampoco me quiero quedar corta. Aunque, a mí me da muy buen efecto sofisticado, cabellos hay muchos y no tiene por qué dar el mismo resultado.

El olor en el pelo, es igual al del cuerpo. Sabes que está ahí, coges un mechón lo olfateas y huele, pero de lo contrario, pasa desapercibido.

Aquí quiero destacar que hay dos formatos: el pequeño de 200 ml que ronda los 2,55 €  y el grande que es novedad de este año, con 400 ml, que sale más económico a 3,75 € y es el que muestro.

Su punto fuerte es que sus ingredientes son del 98% naturales. Sin fenoxietanol, parabenos, jabón y etoxilatos.

Aceite seco Monoï de Tahití.

Existe también el aceite tradicional de Tiaré, que es aceite puro. Lo que nos imaginamos como grasiento y que tarda en absorberse. Este se suele solidificar por debajo de los 24º. Personalmente, no me gusta porque es pringoso, mancha la ropa si no tienes paciencia en su absorción, tiene el problema que se solidifica y al venir en un frasco de cristal, me imagino que es más complicado de sacar en ese estado. Hay que tener cuidado para llevarlo a la playa, porque corre peligro de acabar en añicos. A parte, que al no ser dosificador, puede salir gran cantidad que acabas desperdiciando producto. Su precio es igual al aceite seco, unos 5,50 € aunque viene 25 ml menos.

Retomando el aceite seco, que es el de esta foto, me encanta. Es todo lo contrario al anterior.

Es salir del baño o ducha, darme unos  puff por el cuerpo, que al ser dosificador no malgastas nada y con las manos extenderlo, se seca de inmediato. No deja esa sensación de brillo típico de los aceites. Huele increíblemente más duradero que su propio gel-champú. Si a eso, encima le echamos unas gotitas de perfume, ya es una duración que no te la quitas ni frotando.

Tiene unas propiedades hidratantes, suavizantes, reafirmantes, alisantes y es un buen acelerador del bronceado.

Sirve también para echarlo en el cabello, modo tipo serum, tanto en seco como en mojado sin aclarado. Ayuda a reparar el cabello seco o dañado y facilita el cepillado. Para mantenerlo bonito después de la playa, ayuda muchísimo. Eso sí, no hay que decir, que hay que evitar echarlo en la raíz.

Viene en frasco de plástico, dosificador con 125 ml a 5,50 €.

No contiene parabenos, ni aceite mineral, siendo su fórmula un 98% de ingredientes naturales.

Personalmente, el olor de Monoï de Tahití lo considero de mi marca personal. Ese olor al que la gente te relaciona de inmediato y dice ¡aquí está Mª Carmen!. Claro está en verano, porque en invierno no lo suelo usar.

¡Huélelo y me comentas!