¿Sabes esa sensación que te nace dentro cuando estás a unas horas de cumplir uno de tus viajes de tus sueños? Así me sentí el 1 de octubre, cuando sabía que al terminar mi jornada laboral, al salir, iría a comer a casa y empezarían mis vacaciones. Nuestras vacaciones. Nada más y nada menos, al destino que desde pequeña me quedé con ganas de ir: Huelva.
Unas cinco horas de viaje, con paradas incluidas, con unas ganas de pisar esa tierra tan deseada de ver. Fueron tantos los lugares que queríamos visitar, que el primero fue Aracena. Un pueblecito, que lo más especial que tiene para visitar es la Gruta de las Maravillas.
Cuando llegamos, lo primero que se ve desde la carretera es el castillo. Un castillo que te llama desde lo lejos, y que tuvimos suerte que donde nos instalamos, en el Hotel Sierra de Aracena, nos pusieran con vistas desde la ventana al castillo iluminado.
Una de las cosas por las que sentí que estábamos lejos de Madrid y que sí, era cierto que ya podíamos disfrutar, fue empezar a oír ese verdadero acento andaluz por parte de la mujer que nos atendió en el hotel. Estoy tan acostumbrada a oírlo en televisión, que en persona, desde mi punto de vista, es aún mucho mejor y es pegadizo quedándose en el oído durante un ratillo.
El trato por su parte dándonos la bienvenida fue agradable y acogedor.
El hotel, lo que es la habitación podría mejorar. Un poco mal repartido los muebles, dejando grandes espacios que parecía que faltaba algo, pero lo que más me gustó fue el baño. Brillante, bonito, limpio y apacible para darse un baño después de un día intenso de trabajo y quedarme toda relajada.
Al día siguiente, abandonamos el hotel y temprano, teníamos planeado ir a desayunar churros, pero la sorpresa fue, que en el punto donde estaba la churrería, estaba desierto. Suponemos que la churrería móvil, solo estaría fija en temporada alta. Así que terminamos desayunando en un bar cualquiera.
Posteriormente, caminamos un poco conociendo el pueblo hasta la Gruta de las Maravillas. Por el camino se disfruta mucho y vimos, una zona donde antiguamente se lavaba la ropa. No sé si actualmente, seguirá en uso en el pueblo. El caso, que es más grande de lo que se ve en una simple foto.
Antes de adentrarse en la Gruta de las Maravillas, hay que saber que está prohibido grabar, como hacer fotos dentro. Se va en grupo, en silencio y lo más recomendable es llevar zapato cómodo, cerrado, puesto que dentro, el ambiente es fresquito y húmedo. Hay zonas de difícil acceso, ya sea porque hay muchas escaleras para subir y bajar, pequeñas lagunas y el agua está cayendo continuamente y escurrirse es muy fácil. No puedo enseñar ninguna foto hecha por mí, pero dentro, llega un momento que te paran y te toman una foto la propia organización, que a la salida si quieres llevártela te cobran 8 euros. A mí que te cobren tanto, ya con lo que cuesta la entrada me parece muy feo. Sería un detalle, ya que no se pueden sacar fotos, que la que te sacan hubiera sido gratis o más económica. Lo bueno, es que te lo preparan bonito y es una experiencia única, muy chula, y se merece ese recuerdo. Por eso, la mayoría al final decidimos hacernos con la foto.
Si cuando decides visitar la gruta, coges entradas para el Museo del jamón y el castillo, te saldrá más económico y lo siguiente a visitar, será el Museo del jamón. Este museo, está justo al lado del hotel donde nos alojamos, y te hacen una visita explicando las diferentes clases de jamón que hay. Saber diferenciar un jamón ibérico, de uno de cebo, como de uno serrano. También, te explican las dos matanzas que hay: la industrial y la casera. Todo el proceso que pasa un cerdo desde que se alimenta, hasta que se convierte en una pata de jamón. Para finalizar la visita, te dan a degustar un poco de jamón típico de Huelva. ¡Está buenísimo! Te deja con ganas de más...
Y de ahí, cada uno por su cuenta, vendría subir al castillo. Se puede ir andando o en coche. Mejor coger el coche porque es una buena cuesta, y me acuerdo que ese día, para ser octubre hacía mucha calor.
Sobre el castillo, me esperaba por dentro un castillo construido. Al final, lo único que se ve de castillo es lo de fuera porque por dentro está derruido y a la vez pequeñas cosas reconstruidas. La guía te va explicando, qué es reconstruido y qué parte es. Un diez para ella. Hace que te lo imagines todo muy bien.
Una de las muy buenas cosas que tiene el castillo, es que tiene las mejores vistas donde se ve Aracena y más allá.
Al lado del castillo, está la iglesia para acabar nuestra visita en Aracena. Es muy grande, está muy bien cuidada y se puede observar el estilo de la arquitectura, que es preciosa.
Cundió mucho y todo tan bien organizado, que de camino a Matalascañas, comimos. Ya por fin íbamos a ver la playa. Todo el camino hacia allí, era encantador.
Se encuentra en la playa de Castilla, la famosa roca en mitad del agua, conocida como "La Peña" o el "tapón" por su forma. Que en realidad, es una torre de vigilancia costera. Justo cerca de esa playa, decidimos alojarnos en unos apartamentos-hotel, esa noche para así la tarde del lunes y la mañana del martes, disfrutar por esa zona y es que tenía unas ganas enormes de ver la roca y sacarme una foto...
Hay dos aparta-hotel, uno en frente de el otro. Por precios sale más económico Playa Golf apartamentos. Es un recinto, como si fuera una urbanización con pequeños apartamentos individuales como chalets, y con vecinos, pero cada uno tiene su casa independiente. Todo muy bien cuidado, como si fuera un paraíso con sus palmeras y al horizonte, no muy lejos, a unos cinco minutos el mar.
Vistas desde la terraza del salón-cocina |
Todos nos decían que por estas fechas, el agua estaría fría. Tras llevar año y pico sin pisar el la playa, meterme en el mar fue un reto.
Había unas escaleras, que las bajé corriendo, dejé la bolsa de playa en la arena, me quité el calzado y corrí a más no poder, echando una carrera a mi novio. La luz del sol, acariciaba nuestras caras y la alegría se hizo presente en ellas.
Mis pies fueron los primeros en mojarse y de verdad, no me importó esperar a "coger temperatura", seguí adentro y el agua estaba buenísima. Para nada fría, una temperatura cálida y nada molesta. Fue el mejor baño de todos.
Por la noche, de ese mismo día, le cogí unas ganas a arreglarme y fuimos a un restaurante a cenar algo de fritura o pescadito. El sitio se llama Los Pepes. Está justo en el paseo marítimo de la playa de Matalascañas, mucho antes de llegar a la roca.
Nos trataron súper bien. Pasamos una velada agradable, con unas vistas al mar de noche y una tranquilidad absoluta. No era un sitio precisamente barato, pero la cena me supo a gloria bendita de lo buena que estaba... y esos panecillos que te ponen para acompañar crujientitos me encantaron.
A la mañana siguiente, día 3 de octubre, queríamos ir a una churrería que estaba escondida en la zona centro de esta zona de Matalascañas. La sorpresa... estaba cerrado, por temporada baja. Así que, terminamos desayunando en un bareto cualquiera de los pocos que estaban abiertos...
Posteriormente, disfrutamos de las últimas horas en la playa y al regresar el apartamento la llave no funcionaba. Teníamos hasta las 12 h. Pasada esta hora se desactivaba. Llamamos por teléfono y el hombre de la recepción no estaba, que nos dijo que buscáramos al jardinero. Así pudimos volver a entrar y recoger nuestras cosas.
Cuando nos fuimos en coche, vi unos delfines y quise pararme a dar una última vuelta.
Me parecían preciosos. Sentía una pequeña nostalgia, que no me quería ir. Aunque por otra parte, estaba emocionada por tener nuestra casita. El lugar donde sí nos íbamos a instalar más días.
Así pusimos rumbo a Islantilla. Encontramos por destino o casualidad en varias páginas diferentes por separado la misma casa. Es de esas veces que ves tantas casas, que ninguna te gusta y ves una y los ojos se te iluminan y cuando te das cuenta, es la misma que ya habías fichado anteriormente.
Al llegar, nos recibió la casera. Una sevillana muy simpática. Nos recomendó un sitio para cenar llamado el Trasmallo, nos indicó la cercanía de lugares de interés. Cuando se fue, en ese momento, me sentí muy afortunada de tener una bonita casa, limpia, ordenada, sencilla, acogedora, con vitas al mar desde la terraza y con cercanía a todo. Y cuando digo todo es, ¡todo! Era salir, y a tres minutos la playa. Cruzar enfrente y tener un pub, una pequeña tienda llamada El Jamón (ambos cerrados). Tienda característica de la zona, por lo que vimos, en lo que habíamos visitado hasta el momento.
Cada atardecer era un sueño cumplido, en una playa relajante e inspiradora. La que tenía cerca de la casa, no era mi favorita para bañarme, pero sí para patearla de arriba abajo y coger decenas de conchas. La marea subía cada noche, y a la mañana siguiente, había muchas, entre ellas algún que otro tesoro u objeto que volvía a la playa.
Tenía una misión que cumplir: comprar la lotería de Navidad de toda la familia. Mis abuela tenía la costumbre, de comprar un décimo a cada hijo, así que me dijo si podía traer la suerte a Madrid.
Así lo hice, fui a probar la suerte en una lotería de Lepe. El primero número que quería la terminación, un 5 no lo había. Así que, cogí el segundo número terminado en 8 y ese día me dije que si me tocaba aunque sea los veinte euros que cuesta el décimo o una pequeña cosa, por muy poco que sea, volvería a Huelva.
El centro comercial de allí, daba pena literalmente. Todo cerrado. Muchas tiendas no tenían pinta de haber estado abiertas en temporada alta, aparentaban un abandono absoluto.
Esa misma mañana, conseguí unas cangrejeras que llevaba buscando. Son el mejor calzado para ir a la playa. De esta forma si es playa de piedras no sufres, si vas a zonas rocosas se agarran bien y al estar cerradas no te resbalas. A parte, como tienen huecos, para lavarse los pies de la arena son perfectas. Eso sí, solo para ir a la playa, nada de paseos largos con ellas, que te puedes llevar heridas.
Por la zona más transitada, el oleaje era un poco traicionero y tuve la mala suerte de que me cogiera una ola y me llevara a la orilla, rozándome con las piedrecitas y dejándome mella. Nada grave, pero sí molesto.
Esa playa, estaba rodeada por gaviotas. Jamás había visto tantas juntas, y cuando levantaban el vuelo, cuidado porque se podían lanzar encima, pero acercarme a ellas y observar ese momento, forma parte de la naturaleza.
En este día por la tarde, quería conocer las opiniones de estas personitas tan maravillosas que me seguís, y os pregunté por recomendaciones. La más recomendaba fue Isla Canela, y por la tarde la conocimos. Lo que más me gustó fue el estilo de sus casas, la de palmeras que había, ¿quién sueña con un sitio así?
Había un pequeño puerto, y es lo de ver barcas o barcos anclados, es algo que me hace sentir que de verdad estoy cerca de la playa.
La noche a este día, será para nuestras vidas inolvidable, más bien, algo gracioso de recordar...
La casera, nos había recomendado cerca del puerto de Islantilla, un sitio que se comía muy bien y era el Trasmallo. La verdad, pensaba que sería algo grande, y resultó ser una calle donde una familia en un pequeño local, por decirlo así... daban de comer lo que habían pescado ese día.
Llegamos tarde, y aún así nos atendieron, pero lo llevaba una familia como de gitanillos donde enfrente a este "local", tenían su propia casa. No paraban de vigilarnos, era un poco incómodo. íbamos emperifollados. Era un día especial, de esos que vas con tu pareja de la mano paseando y disfrutas de su compañía.
Nos estaban esperando para echar el cierre. De hecho fue terminar, y cerraron todo. No había ni un alma por la calle, lo que da la sensación de que te pueden asaltar.
Vimos un hombre borracho, de esos que tienen pinta de ser el borracho del pueblo... que saludaba a todos y andaba como mareado. En el paseo nos lo encontramos de frente, me dio tan mala impresión que decidimos pasar por donde habíamos comido. Cuando de repente, vuelve aparecer ¿cómo se había tele-transportado? En una de esas, había una puerta abierta y gritó uno: "¿Quién anda ahí?¡Doloooo! ¿eres tú?", pero qué susto nos llevamos. Andamos más rápido y el hombre salió con un palo, y el borracho que debió ser el Dolo, corrió hacia nuestra dirección. Nos montamos en el coche y no me sentí a salvo hasta que estaba dentro de la cama, abrazada por mi chico. Eso sí, la de risas que nos echamos durante los días siguientes.
De hecho, no nos gustó ese sitio. El pescado no sabía bien y la mitad no sabíamos ni lo que era. Una fotito de lo que nos sirvieron:
Lo bueno de donde nos alojamos, es que cerca tenemos Portugal. Así que, decidimos ese jueves, salir del país ¡mi primera vez! Imagínate lo emocionada que estaba.
Al cruzar la frontera, mi propio móvil me avisó que entraba a Portugal y me llegó un SMS, con unos números a usar en caso de emergercia.
Lo primero al entrar, es pagar por conducir por sus carreteras. Esto es algo, que ya sabía, pero es un sistema un poco raro o por lo menos para mí.
Lo más cercano al entrar desde Huelva, es el Algarve. Muy transitado por sus preciosas playas y zonas de ensueño, pero la verdad, yo no vi nada de eso. También es que solo fui un día, y sin nada planeado.
Lo primero que visitamos fue una especie de torres, con un jardín muy bonito y unas flores tan pigmentadas, que daba gusto.
Después, nos fuimos a una playa con difícil acceso para los coches. Recuerdo, que nos pusimos donde no había nadie y nos pusimos a comer. La gente nos miraba mucho.
Al rato, vinieron dos hombres y se me dirigen a mí hablando inglés. No entendí nada, pero por el lenguaje no verbal, entendí que algo hacíamos mal. Pensé como ignorante del idioma, que estaba prohibido comer. Mi chico, que sí lo entiende perfectamente, fue quien les contestó.
Al parecer, no podíamos abrir la sombrilla ahí, porque era zona de pago. Nos dejaban terminar de comer y que nos moviéramos a otro lado o cerrarla. No entendí nada. No había indicaciones, ni carteles visibles, nada. Ni siquiera, detrás cerca estaban las sombrillas de pago. Fue algo que me sentó realmente mal.
Mi malestar no terminó ahí. A la tarde, fuimos a una zona más de ciudad con tiendas y al lado una pequeña playa. Las tiendas, eran de chinos. Buscaba algo más postugués. No algo que también pueda encontrarme en España... la playa de al lado estaba sucia de plásticos y colillas de tabaco. Lo cual, la cosa no mejoraba.
Para finalizar la visita a el país vecino, quería llevar un vino a mi padre que le haría ilusión. Portugal, se caracteriza por tener buenos vinos. Costó encontrar un supermercado y conseguir el vino "perfecto", otro tanto.
Al pagar, la cajera tuvo problemas con la botella. No sabía quitar la alarma y nos habló en portugués. No se entendía ni papa, y su acento cerrado tampoco ayudaba. Tampoco hizo por hablar el gran idioma internacional, el inglés. Llamó a un compañero suyo y otro que no sabía quitar una alarma ¿en serio? sí, en serio. Rompió la botella de lo bruto que fue golpeándola con un aparato.
Cuando consiguen quitar la alarma, nos pregunta el hombre en inglés, si de verdad la queríamos. Si fuera así, no estaríamos presenciando la tardanza. Esoo sí, el hombre tuvo decencia de ir a buscar a otra en buen estado. Lo más normal, después de todo y siendo una botella de 20 euros.
Al final, le volvió a costar volverle a quitar la alarma a la otra botella, y la dañó un poco el tapón, pero ya no quería saber más, que acepté llevármela a regañadientes.
Me alegré muchísimo cuando cruzamos la frontera a España, porque en mi opinión, no me gustó nada la experiencia. Sé que la mayoría de gente, en su día, me dijo cosas buenas y malas, pero es mi opinión, no me gustó. Ahora, si volvería a Portugal, desde luego que sí. Ya sea al Algarve de nuevo y poder ver esas playas preciosas que veo por internet o ya más tirando a Oporto. No hay que dejarse llevar por las primeras impresiones, pero bueno, también era mi primera vez fuera de mi país.
Un sitio muy bonito también es Isla cristina, y pasado a esta, Ayamonte. De donde es María Isabel, la cantante de "antes muerta que sencilla".
Aquí no hay mar, es río. Está la desembocadura del Guadiana con vistas a Portugal.
Se ven los barcos, grandes y pequeños. Tienen una lonja, que a última hora de la tarde nos metimos. Traían el pescado fresco, mucho movimiento de cajas... No sé muy bien, si se podía estar. El caso es que estuvimos unos minutos para ver cómo trabajan, hasta que empezaron a traer muchas más cajas y por no molestar nos fuimos. Nunca había visto una, que me resultó interesante.
Ayamonte, tiene un montón de bares con terracitas donde se come especialmente barato y buenas tapas y raciones. Aquí probamos las gambas fritas, que estaban buenas.
Me gustó muchísimo pasear por sus calles, cenar al aire libre, mientras respirábamos la brisa de la noche, sus encantadoras gentes eran muy simpáticas con el de fuera y entre ellos, disfrutar de un helado en una heladería y terminar al lado de la iglesia donde había una tienda de vestidos de novia y quedándome mirando ¿sería una señal?
Solo puedo decir, que fue una noche cualquiera, improvisada, pero mil veces mejor a lo imaginado...
Una de las cosas más interesantes e históricas que visitamos, fue en Palos de la Frontera, el Muelle de las Carabelas. Allí tienen unas réplicas de los navíos de Cristóbal Colón: La Niña, La Pinta, y La Santa María. Cada réplica más alucinante.
El precio de la entrada son 3,60 €.
Nada más entrar, hay vitrinas donde dan mucha información, algún vídeo, vestimentas que llevaban, cómo se alimentaban, cómo hacían sus necesidades en mar a dentro... La verdad, es muy interesante y recomiendo leerlo y sorprenderse en persona. De ahí, que de esa parte la deje a conocer.
A fuera, es donde se encuentran los barcos. Se puede sacar tantas fotos quieras. Incluso, en alguno se puede bajar a las bodegas y ver la comida. Está muy bien currado y te haces una idea de cómo llegó a ser fuera de réplicas.
Conquistar cada barco, ver marineros, incluso a los indígenas ¡es una pasada! Hay mucha histórica de Cristóbal Colón, mucha de ella sí la damos en los institutos, pero otra parte está contada en este sitio y vale la pena ir a conocerla.
No muy lejos del Muelle de las Carabelas, está Mazagón. Allí decidimos comer en un restaurante, llamado Las Dunas, donde nos comimos sin saber su precio y que eran las mejores, unas gambas de ¡20 euros!
Aquí nos sentimos estafados por el camarero. Había dos clases de gambas. Unas más económicas y unas más caras... pedimos las económicas, porque él nos dijo que el sabor era igual, pero como que las caras tenían más calidad. Cuando nos las sirvieron, entraban diez gambitas contadas, nos las comimos como unas gambas cualquiera y a la hora de pagar, vino la sorpresa. El camarero, se nos puso chulesco como que habíamos pedido esas, cuando le dijimos que no. Me parece de muy mal gusto la actitud de ese camarero, porque aunque llevase la razón, perdió los papeles.
No recomiendo el sitio. El trato a los clientes fue nefasto, avispas molestando en la comida, lo que al comer manjares de "lujo" no lo pudimos disfrutar y ya los precios desorbitados...
Eso sí, la playa que está justo en frente de este restaurante, nos encantó. Sus aguas cristalinas y claras dejaban ver los peces y las conchas que había dentro del agua mientras buceabas. Arrasé en esta playa, y eso, dentro de lo que cabe, me quitó el mal sabor de boca anterior.
El último día, el domingo para acabar, nos acercamos a la zona del centro comercial, donde había una churrería. Como se ve, somos muy de churros para desayunar.
Pedimos churros, y nos sirvieron "churriporrirosquis". Se nos quedó una cara al verlo, de: ¿esto son churros?
Para nosotros, eso es el antes de partir las porras. En Madrid, estamos acostumbrados a cuando pides churros, te pongan los que terminan en lazo. De ahí que nos sorprendiera.
Llegué a Madrid, contenta de haber cumplido este sueño, que desde niña tenía ganas de ir a Huelva. No me importaba el lugar en concreto, pero sí conocer parte de la tierra y por supuesto, el traerme todos estos tesoros me llenan de alegría.
Tengo pendiente por ver en un futuro que vaya con más días: El Rocío, las Minas de Riotinto y Doñana entero, que por tiempo y presupuesto, tuvimos que aplazarlo en el planning.
Sobre la lotería... el 22 de diciembre, nos tocó poca cosa, pero por poco que fuera como había prometido, tenía el significado de volver a Huelva...
Me despido, dejando claro que siempre cuento en mis posts las cosas que me han pasado desde mi experiencia. Algunas mejor, otras peor, pero siempre como yo lo he vivido o percibido.
¡Gracias por seguir mi aventura!
¡Gracias por seguir mi aventura!
Mari Carmen, tienes unas habilidades sorprendentes para contar y narrar, yo he hecho este viaje a Huelva contigo, lo he vivido todo, leyendo con curiosidad hasta el final para saber si la suerte les había tocado en la lotería de Navidad!!! No dejes de escribir y contarnos cada viaje, cada historia que fluye de tus teclas.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me alegra que lo que transmito llegue y lo hayas podido vivir conmigo.
EliminarJajaja la lotería te dejó en vilo. Tocó poquito, pero este año pude regresar. En el próximo post de viajes, cuento que vuelvo.
¡Hola! Qué maravilla cumplir un sueño viajero, y que maravilla poder escaparte de la gran ciudad y llegar a la tranquila Huelva... a mi también es una zona que me encanta. Me han entrado ganas de conocer el puente de las Carabelas, ahora que lo conozco a través de ti. Islantilla me encanta, y en general todo Doñana, al que yo tampoco le pude sacar todo el partido...En fin, un placer seguir por aquí tu aventura a Huelva, ¡saludos!
ResponderEliminarHola Luz,
EliminarCumplir un suelo viajero es una sensación como tocar las nubes con los dedos.
El Muelle de las Carabelas, está genial. Doy por hecho que has estado por la zona, así que si vuelves, visítalo si puedes. Se aprende historia y ves los navíos. Al final te llevas mucho.
Saludos.
¡¡¡Holiii!!!
ResponderEliminarMenudo viajecito que te has pegado. Me alegro de que te haya gustado. Yo he pasado todos mis veranos de la infancia en Huelva, y desde luego es uno de los mejores sitios de veraneo. Una pena que no visitaras Huelva ciudad, porque te hubiera recomendado que te dieras un paseo por el Muelle del Tinto, porque solo por las vistas, merece la pena cruzarlo.
¡¡Besos!!
Hola,
EliminarTengo pendiente, otro viaje a Huelva. Me quedó pendiente Doñana, entre otros lugares. Así que por supuesto que tengo que ir a Huelva ciudad y pasear por el Muelle Tinto. ¡Me lo apunto! Gracias por la recomendación.
Besos.
Hola guapa, debo confesarte que nunca he estado en Huelva y tampoco era un destino que tuviera en mente, pero después de leer tu entrada te prometo que lo tengo en cuenta en un futuro! que pasada el castillo de Aracena y que vistas, ya imagino que las fotos no le hacen justicia a lo que se siente desde ahi! el camino a Matalascañas y el sitio donde os alojasteis se ve precioso como Islantilla! creo que hicisteis una muy buena ruta, llegando a Portugal lo que me ha parecido curioso es el tema de la sombrilla, que cosa mas rara!
ResponderEliminarHola Resi,
EliminarEl castillo de Aracena, la verdad me decepcionó. Lo bueno son las vistas desde arriba y si tienes buen guía, te cuenta mucho. Algo que te llevas.
Por lo demás, todo es un mini paraído. En especial Matalascañas.
Ya tena ganas de leer tu post de Huelva. Yo he estado en el muelle de las carabelas y me gusto conocer mas sobre Cristobal colon. Aprendi mucho y los barcos una pasada. Tambien estuve en Matalascañas. Una de mis playas favoritas. En Islantilla no he estado pero vamos me quiero hacer tu ruta para ver todos estos lugares. eso si a los portugueses ajo y agua porque vamos. Tengo amigos que no les trataron muy alla y eso de la botella tiene tela.
ResponderEliminarPor lo demas he flipado con la de conchas que cogiste. Hay mas de cien?? caray y todas muy bonitas. Sobre todo las del fondo
Un besazo guapa!
De Matalascañas me llevo muy buen recuerdo y también de mis favoritas.
EliminarCon Portugal, pongo un punto y a parte.
Sobre las conchas, sí hay más de cien y casi llegando a doscientas. Que se le va hacer... es uno de mis pasatiempos jiji.
Un besazo grande.
Hola. Aquí una amante de la costa de Huelva. Pocos son los sitios que me faltan por conocer de allí. Las playas, la gastronomía, la gente... todo está a favor para regresar a Huelva. Islantilla e Isla Cristina me gustó mucho también. Cada vez que vamos visitamos el Algarve. Sus playas son increíbles y se come de miedo. Me alegro de que, por poco que fuera, os tocara algo en la lotería, así sabes que volverás al lugar de tus sueños. Besos
ResponderEliminarHola,
EliminarDe hecho, este año volví a Huelva. En el próximo post viajero, lo contaré mejor.
Besos
Que chulo todo y muy bonitas fotos, ya veo que lo pasaste divinamente, me alegro muchísimo. Hay tanta maravilla en España y no hemos visto ni la mitad, en otro viajecillo visitas otros sitios tantos que hay y bonitos. Me ha gustado mucho el post, no he visto Huelva pero con las fotos que has subido y lo que has contado, ya parece que la conozco. Gracias
ResponderEliminarEspaña tiene lugares icónicos a descubrir en cada rincón. Ojalá pudiéramos viajar más y conocerlos.
EliminarLas fotos atraen, pero vivir esto en persona es mucho mejor. ¡No sabes cuánto te lo recomiendo!
Hola guapa!
ResponderEliminarCuanto me alegro que tu sueño se cumpliera, te entiendo perfectamente porque yo no viajo mucho y cada vez que viajo me emociono. Yo no conozco ninguna ciudad del sur y viendo tus fotos me entran muchas ganas de conocer Huelva, que bonito el castillo, la playa y ese pescadito frito, seguro que los pasasteis genial, Portugal si lo conozco y la parte donde estuvisteis es una preciosidad, te aconsejo que vuelvas porque es muy económico y los apartamentos y hoteles están genial de precio. En mi blog hablo de Lisboa por si te interesa ir.
Un besazo!
Hola,
Eliminar¡¿No conoces ninguna ciudad del sur?! ¡Estás tardando! jeje. El sur es sencillamente maravilloso. Es mi parte favorita de España en vacaciones. Su gente, sus playas, la comida, todo es tan cálido y acogedor...
A la parte del Agarve, tendré que volver solo por ver esas playas que tanto veo y hablan por internet.
Un besazo.
¡Hola!
ResponderEliminar¡Qué bueno tu viaje por Huelva! Soy andaluza y es la única provincia de Andalucía que no he visitado pero no por falta de ganas.
El castillo de Aracena se ve guay, lástima que por dentro esté derruido. Las vistas del alojamiento en Matalascañas eran muy bonitas. Se que Huelva tiene unas playas increíbles y se ven en las imágenes que compartes. Me ha hecho gracia lo de los churros, a mí me encantan con chocolate caliente, al final lo conseguiste jeje.
Tomo nota de los lugares para visitar cuando vaya porque lo tengo pendiente.
Besos ✌🏼❤️
Hola Lorena,
EliminarNo sé de qué parte eres, pero seguro que estás más cerca que yo de Huelva jeje. Tienes que descubrir esta última provincia que te falta, ¡te encantará!
Lo de los churros como anécdota de madrileña, llama la atención jaja.
Besos.
Hola !!!
ResponderEliminarNo conozco esa parte de Andalucía y por lo que tengo entendido es preciosa, tu acabas de confirmármelo. Ese atardecer en las playas de Huelva merece la pena seguro. Lo que me ha llamado la atención es lo del Museo del jamón, es muy curioso y seguro que interesante de ver, al menos para los que nos apasiona el buen jamón !!!
A mi me queda bastante lejos, vivo en Barcelona, pero como me encanta viajar y aún me quedan cositas que ver en Andalucía, seguro que ese viaje cae. Y lo que es seguro es que será fuera de temporada, como siempre que viajo. En Agosto ni me muevo del Pirineo !!!
Gracias por tu relato super ameno e interesante.
Hola Lourdes,
EliminarEsta parte de Andalucía es encantadora. No tengo palabras para describirla, todo en persona es aún mucho mejor.
Del museo del jamón, se aprende mucho y acabar degustando algunos trocitos, está muy bien y muy rico.
Nosotros lo hicimos fuera de temporada, y así uno se mueve mejor, sin tanta gente.
Me ha parecido muy curioso el sistema de las pulseras para el alojamiento. La verdad es que resulta super cómodo y para el turista es un motivo de depreocupación el acordarse de la llave. Una lástima que tu experiencia en el país vecino haya sido "decepcionante". Nunca he ido y la gente que conozco vuelve encantada pero bueno no a todas las personas les pasan las mismas experiencias y la tuya ha resultado así. espero que la próxima vez que vuelvas sea mejor.
ResponderEliminarLo de las pulseras, es un sistema que está muy bien. Así te despreocupas al poderlas meter en el agua.
EliminarLo de Portugal, la primera vez fue así. Ya veremos para la próxima, si es mejor. Puede que sí, sabiendo cómo van las cosas.
Hola! Me alegro que hayas cumplido con tu sueño de viajar a Huelva. A nosotros también nos encantó la Gruta de las Maravillas es un lugar increíble. Muy cerca de Aracena hay un pueblo, Almonaster la Real, que tiene mucho encanto. Te lo recomiendo para cuando volváis a Huelva. Que pena que tu experiencia en Portugal haya sido tan poco afortunada. Nosotros este verano fuimos al Algarve y disfrutamos muchísimo de sus pueblecitos. Si te animas a volver, no dejes de pasarte por nuestro blog, donde tenemos colgada la bitácora ;) Un saludo!
ResponderEliminarHola,
EliminarMe apunto Almonaster la Real. De haber sabido la recomendación, y estar cerca de Aracena, hubiera caído una visita. Aunque de Huelva, nos queda muchas cosas por ver todavía.
Me animaré a volver, casi seguro. Es una pena, ver vídeos y fotos preciosas del Algarve y no haber visto en persona nada de eso... Aunque fue una visita muy express... Pasaré a ver vuestra bitácora ¡Gracias! :)
A mi Huelva no es un sitio que me llame especialmente para ir, aunque no le digo que no a ningún lado. Veo que la experiencia culinaria no fue muy acertada. Me alegra que lo pasaras bien, bss!
ResponderEliminarHuelva tiene un montón de cosas para ver y disfrutar. ¡No sabes lo que te pierdes!
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